Desafectar proveedores que no cumplen con nuestros estándares mínimos ¿es socialmente responsable?

Por Lic. Fernando Esteban Passarelli,

Coordinador Programa Valor RSE + Competitividad / AMIA 

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Dentro de la estrategia empresaria para la sustentabilidad del negocio, la maximización de la rentabilidad ocupa sin dudas un lugar de privilegio y es razonable que así sea si vamos a hablar de preservar las fuentes de creación de valor de nuestro negocio.

Bajo dicho enfoque, la identificación, selección y contratación de proveedores eficientes resulta sumamente relevante, a los fines de asegurar considerables niveles de competitividad para la empresa y gestionar adecuadamente los riesgos extendidos en su cadena de valor.

La lógica más elemental indica que ninguna cadena es más fuerte que su eslabón más débil, ni ninguna red más eficaz que la eficacia de sus nodos y sus relaciones.

Pero, ¿qué actitud asume la empresa cuando un proveedor no cumple con sus estándares mínimos?

La reacción más fácil, práctica y económica podría ser desafectarlo del registro de proveedores y no operar más con él, pero, ¿estaríamos gestionando responsablemente?

Para comenzar el análisis, si un proveedor ya forma parte del registro de la empresa es porque al momento de su incorporación cumplía con los requisitos básicos establecidos por la misma.

Con el correr del tiempo puede que estos estándares se hayan elevado, que el proveedor no se haya superado en su mejora continua o bien, una combinación de ambas alternativas.

Pero en cualquier caso, existió un momento en el que estándares y performance estaban alineados, lo que supone que las mejoras a ser alcanzadas por los proveedores no deberían ser tan lejanas.

Continuando con lo ocurrido en el lapso entre la incorporación de un proveedor al registro de la empresa y la actual situación, cabe preguntarnos si la empresa contratante en dicho período acompañó a sus proveedores en un proceso de mejora con su consecuente inversión o elevó los requisitos sin ese acompañamiento.

Pedirle cada vez más a los proveedores está dentro de las atribuciones de cualquier empresa contratante, siempre dentro de parámetros razonables, y parecería razonable toda vez que se persigue la mejora continua, pero ayudar a los proveedores a ser mejores, es una iniciativa en la que toda empresa al menos debería considerar para comenzar a establecer vínculos mutuamente beneficiosos.

La competitividad de una empresa no puede medirse sólo en relación a variables endógenas o internas que maneja. La mayoría de las empresas compiten también por la eficacia de sus actividades de suministro.

En el pasado, muchas empresas han tercerizando ciertas actividades conexas a su negocio como una estrategia para externalizar sus costos y riesgos, asumiendo de este modo una actitud autista frente a la salud empresarial de sus proveedores.

Pero públicos emergentes, como los consumidores, los sindicatos, las ONGs y los medios de comunicación, por cierto cada vez más exigentes e informados y que inciden de manera determinante sobre el destino de los negocios de las grandes empresas, comienzan a hacer sentir sus reclamos para que estas ejerzan sus responsabilidad extendidas hacia toda su cadena de valor.